Tangos Bien debute
Alma de adoquín
Yo le canto a mi yeca de purrete
y a la silla del nono en la vereda
y al llanto oculto de la costurera
que nunca se probó lo que cosía
Mi yeca era una yeca azul, de día,
con tapias perfumadas de malvones
y la barra del “Once corazones”
peloteando el portón de la herrería.
Yo fui un gil. Me perdí. Me piré un día
no sé detrás de que idealismo absurdo,
sin deschavar que todo era un balurdo
ni en que turbias matufias me metía.
Y hoy volviendo mi yeca, ya me ves
el alma adoquinada y en la vía.
Siete bravo
domingo, 13 de julio de 2008
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